Una visión Blockchain


En un año del futuro y en un municipio del extrarriado de una gran ciudad, el despertador suena a las 8 de la mañana en el dormitorio de un joven. Abre los ojos y reconoce la melodía al momento. No en vano, ha sido seleccionada de antemano con la finalidad de ejercer un efecto estimulador con el que iniciar el día. Como un acto de reflejo, murmura unas frases y activa el comando de voz. Es consciente de que ese acto va a desencadenar una serie de acontecimientos porque él mismo ha programado. El primero, por más evidente, será que la alarma vuelva a sonar transcurridos quince minutos. Al joven le encanta disfrutar de ese tiempo determinado que transcurre en un estado soñoliento. En esos quince minutos la cafetera se ha puesto en marcha, como sucede todos los días de la semana. Sin embargo, hoy es viernes, así que ninguna otra función se activa en la cocina. Los viernes se desayuna un café y un par de piezas de fruta que aguardan en la nevera.

Hoy es un día especial. Nuestro protagonista cumple años y por eso permanece en la cama más despierto de lo habitual. Piensa en cosas recurrentes, pero la cena de esta noche con su novia consume prácticamente todos esos minutos. Es una persona de naturaleza profundamente optimista, y por eso, antes de levantarse siempre le embarga la misma sensación de ser muy afortunado. Su familia siempre le ha apoyado en sus decisiones, cuenta con buenos amigos, trabaja en lo que más le gusta y es feliz con su pareja.

Profesionalmente el joven ha participado en numerosos desarrollos y proyectos tecnológicos, y actualmente es referente en uso y experimentación de las más sofisticadas propuestas innovadoras. Sus opiniones están muy bien consideradas y han contribuido al lanzamiento de algunos nuevos productos y aplicaciones tecnológicas de éxito. Mientras desayuna, accede a su dispositivo móvil. Se sorprende de las altas valoraciones recibidas —en cantidad y calidad— de una noticia tecnológica. Selecciona y programala audición de esa y otras mientras se ducha y arregla. Le gusta lo que ha escuchado, la presentación de un nuevo proyecto tecnológico de impresiones 3D que facilita la producción local inteligente de bienes “a medida”, listos para el consumidor final, minimizando costes de transporte a través del internet de las cosas. Decide apoyarlo e invertir con tokens, y así lo hace, enviando una preorden de compra que deberá confirmar en 24 horas. Luego se arrepiente y exitende el plazo 24 horas más. Si en los próximos dos días no cancela la orden, será accionista de la compañía. Una situación similar a las primeras versiones de una DAO, sólo que ahora perfectamente integrada en la Administración porque pagará los impuestos correspondientes de forma automatizada mediante los Smart Contracts integrados con la Hacienda Pública.

Siguiendo con la inercia, decide hacer también una donación a una ONG que anuncia una reestructuración completa de sus procedimientos actuales. La relación con los asociados se desarrollará a través de una blockchain privada, mientras que las relaciones con colaboradores, patrocinadores, o instituciones se sustentarán en una pública. Esta nueva plataforma híbrida garantiza , al mismo tiempo, la privacidad de los usuarios y la transparencia en la gestión de los recursos. “Éste es el camino que seguir”, piensa.

Después cierra la aplicación y se dispone a disfrutar de lo que se podría calificar de vicio inconfesable. Accede a su foro favorito, especializado en tecnología, a través de dos avatares distintos con los que gestiona su identidad digital. Uno lo utiliza de forma correcta e institucional, mientras que en el otro adopta posturas extremas y radicales. La absoluta garantía de privacidad y la tranquilidad de saber que difícilmente podrá desvelarse su identidad en este internet descentralizado le empujan a ser franco en ambos sentidos.

En algunas ocasiones, estos foros son un auténtico reducto de conocimiento e ideas originales, y de ahí su interés en leer y participar de forma activa desde posturas opuestas. Sus dos avatares tienen una alta consideración entre los usuarios y algunas veces son generosamente recompensados, con cantidades similares de tokens, puntos de reputación o “estrellas de fidelización” con algoritmos de valoración en tiempo real de activos. Una plataforma distribuída pública, que actúa como un gran mercado para anunciantes, patrocinadores, comerciantes y usuarios, acepta esas estrellas en el intercambio de bienes y servicios. Muchos de estos comercios asociados suelen también reutilizarlas para recompensar al usuario por participar en encuestas de satisfacción o para pagar parte del salario a sus empleados o facturas a sus proveedores usuarios de la plataforma. Cumpliendo en parte con su visión que la identidad digital podría convertirse en el dinero del futuro. En el foro existe otra posibilidad de recompensa que nuestro protagonista evita intencionadamente: las valoraciones positivas también se pueden hacer notar en otros perfiles públicos centralizados, pero encuentra mayor satisfacción utilizando identidades descentralizadas y anónimas, y además cumple mejor con sus propósitos laborales. Así que, tal y como opera ahora mismo, lo considera el foro tecnológico casi perfecto.

Con el paso del tiempo —y el desarrollo de nuevas aplicaciones— el joven ha logrado convertirse en una pequeña celebridad en su nicho de mercado. Una de sus ideas se implementó hace unos meses. Ahora es posible traducir simultáneamente las intervenciones de forma fidedigna a multitud de idiomas, abriéndose el foro, de forma literal, al talento esparcido por todo el mundo, independientemente de la lengua elegida para manifestarse. El uso de las identidades digitales descentralizadas permite además a todos los usuarios votar de forma transparente y comprobable, una característica éstas tan rompedoras que no pudieron ser obviadas mucho tiempo en otra parcela de la Administración pública. En las próximas elecciones municipales los ciudadanos volverán a votar en este nuevo escenario de innovación tecnológica.

Hoy utilizará parte de esas “estrellas token de fidelización” para pagar en el restaurante donde cenará con su novia. Y así lo dispone, utilizando inconscientemente, la cuenta del avatar formal.

Son ya las 9 y pico de la mañana y tiene que pensar en cómo llegar hasta el centro de la ciudad. Un desafortunado incidente con la compañía líder que gestiona desplazamientos comunes ha dañado seriamente su reputación. Cree haber sido víctima de una terrible confusión, así que ahora está inmerso en una disputa para aclarar la situación y que se le reintegre su anterior estatus. Sin embargo, es muy consciente de que está en “bancarrota reputacional” y es muy posible que ninguno de los coches conectados a la red quiera subirle a bordo por este malentendido. Quizá sea mejor claudicar y renunciar a un proceso que promete ser largo y tedioso. Y le malhumora sólo pensar en los esfuerzos que tendrá que invertir en limpiar su nombre, ¿Sería mejor aceptar la bancarrota y empezar de cero? Resignado, piensa otras opciones. Siguiendo una filosofía de vida de afrontar los problemas como oportunidades, decide probar el servicio autónomo de autobús vecinal. Un análisis de los datos colectivos de su comunidad —concretamente patrones de desplazamiento— reveló el previsible éxito de un servicio de estas características.

En el ascensor se encuentras con su vecino, una persona mayor con la que mantiene una relación cordial. La típica pregunta de cortesía, “¿cómo esta?”, le da pie a un pequeño desahogo y manifiesta su indignación y lo injusto de su “bancarrota reputacional”. El vecino, que gestiona la red eléctrica del edificio y forma parte del comité eléctrico del barrio, se compadece y ofrece su transporte como alternativa. No suele utilizar su coche pero al menos se obliga a sacarlo del garaje una vez al mes. Antes de arrancarlo, contratará un seguro obligatorio por las siguientes nueve horas y hasta el mes que viene. Pero hoy el vecino encuentra un inconveniente añadido. La prima ha subido ligeramente debido a las malas previsiones meteorológicas.

El joven agradece el ofrecimiento, pero lo rechaza amablemente. Ya ha contratado el servicio del autobús vecinal que, en apenas cinco minutos estará en el sitio indicado para recogerlo. Cancelaciones o minutos de retraso llevan aparejadas un recargo o descuento automático en el servicio, en función del infractor. Pero hoy no se registra ningún inconveniente y ya está cómodamente sentado en el autobús.

Pretende pasar el viaje escuchando música, pero antes de abrir la aplicación surge un recuerdo que posteriormente conduce a una reflexión. Localiza en su memoria la fecha aproximada del primer caso de éxito de este tipo de iniciativa de recopilación de datos colectivos y Crowdinvestment. Tuvo lugar en el ámbito de la industria farmacéutica por una nueva empresa creada de cero, nativa de la blockchain. Otras grandes corporaciones también lo intentaron, pero sus grandes estructuras burocráticas imposibilitaron concretar nada similar.

La reflexión es recurrente. ¡Lástima no haber invertido algunos tokens en esa nueva empresa! La revalorización de sus acciones ha sido tan espectacular como la que experimentó Bitcoin en sus primeros años. Además, ahora podría estar usando ese servicio a un coste mucho más reducido que los nuevos usuarios. De haberse dado de alta entonces, sus datos habrían formado parte del primer entrenamiento de los sistemas inteligentes de la empresa y, consecuentemente, hubieran generado mucho más valor que ahora. Sin embargo, se consuela reconociendo que entonces era un adolescente que apenas tenía recursos económicos para invertir. Pero de ahí, su imaginación le lleva a otra idea recurrente… “¿Sería posible replicar un éxito similar en un estado recién nacido, nativo de la blockchain?” Cuando desarrolle el concepto, ése será el próximo tema que publique en el foro, eso sí, bajo el anonimato del avatar revolucionario.

Accede a la aplicación musica. Tal y como la tiene configurada, presupuesta una cantidad mensual que se distribuye según sus preferencias. Así evita publicidad, cortes en las canciones y otros inconvenientes asociados. Las canciones que más escucha, más retribución se llevan. La verdad es que está encantado con esta aplicación y a pesar de tener que probar todas las propuestas del mercado, ésta es la más lograda porque integra todos los datos de los artistas a través de los protocolos abiertos para que puedan ser recompensados de forma flexible.

Con esta aplicación descubrió nuevos talentos y, en alguna ocasión, ha ganado alguna apuesta, demostrando documentalmente, que en cierta forma, fue un promotor del grupo del que todo el mundo habla. Él gratificó la maqueta del primer disco de aquellos desconocidos. Sin embargo, hoy es su cumpleaños y no puede dejar de atender los mensajes de felicitación recibidos en la blockchain privada familiar.

Hace algunos años, cuando quedó prendado por este mundo, quiso desarrollar su propia blockchain privada. Necesitaba aprender y experimentar sobre el terreno. Le pareció una gran idea involucrar a personas de confianza que se responsabilizaran, de forma altruista, del mantenimiento de sus nodos. Así que recurrió a sus familiares. En unas Navidades, explicó su proyecto y acaparó cierta atención. Su generación mostró más entusiasmo que la anterior. Aunque el decidido apoyo de un miembro relevante de ésta, un hermano de su madre, fue definitivo para desarrollar la blockchain. Siempre sonríe cuando recuerda el acalorado disgusto de su tío cuando descubrió la difusión de unas fotos suyas en redes sociales. Normal, el documento gráfico era innegable y retrataba a su tío con veinte años menos pero con cuarenta kilos de más. Aquello fue calificado de “insultante indiscreción” y la responsabilidad de aquella “infamia” recayó sobre todos sus sobrinos por igual.

Apenas transcurren tres minutos desde que se apea del autobús y llega a su cita. Las siguientes horas van a transcurrir en una sala de reuniones donde directivos, emprendedores, desarrolladores, abogados, técnicos e informáticos compartirán ideas, experiencias, normativas y espacio. Blockchain, inteligencia artificial, robotica, 3D, ordenadores cuánticos, automatización, IoT, M2M, plataformas en la nube, realidad virtual, ahorro de costes, seguridad, anonimato, transparencia, presente y futuro son las palabras más recurrentes. Pero a pesar de lo apasionante de la reunión, en una hora tiene una cita con su novia y ésa es la prioridad del día.

Llega un poco tarde y entra a trompicones en el restaurante. El lugar de encuentro no es una elección casual. Tenía muchas ganas de conocerlo porque se provee de verduras del huerto ecológico en el que invirtió hace años. Su novia lo espera sentada y con una copa en la mano. Su excusa es la habitual, un debate apasionado le hizo perder la noción del tiempo. Su novia sonríe. Le fascina la pasión de su pareja cuando habla de su trabajo, tanto, que compensa obviar cualquier reproche. Después empieza una velada privada que nada aporta a este relato.

El joven llega a casa con un regalo. Cree saber de qué se trata pero, como ha prometido, sólo lo desenvuelve una vez metido en la cama. No se lo puede creer. Estaba convencido, pero le costaba creer que pudiera ser cierto. Su novia ha dado en el clavo. Entre sus manos tiene la primera edición de un libro de culto: The code breakers, de David Kahn. Lo leyó hace muchos, muchos años y, en cierta forma, actuó como detonador de un futuro distinto. ¡Y además está dedicado! Lee la cita que ha escrito su novia y se emociona. Apaga la luz y cierra los ojos, pero inevitablemente la cita regresa a su cabeza: “Feliz cumpleaños. Me ha costado mucho encontrarlo pero ha merecido la pena. Como sueles decir: “El recurso más sublime del que dispone cualquier persona es su capacidad para imaginar cosas”. Encontrarlo me ha llevado al límite de la mía. Un beso”.